26 de Junio – Un día como hoy, hace 20 años las fuerzas de seguridad estaban planificando, por orden del poder político, la represión que se llevó adelante el 26 de junio. Por primera vez actuaron de conjunto: bonaerense, federal, gendarmería y prefectura.
No permitir el corte, responder con balas y disciplinar la protesta social. Duhalde y Solá, los responsables políticos de la Masacre de Avellaneda, no entendieron que la represión y el asesinato a Dario y Maxi no resolvería el conflicto social, y así les fue.
La tapa del día siguiente del diario clarin dijo que la crisis habia causado dos nuevas muertes.
La crisis.
Si no hubiese sido por la masiva movilización de repudio y de rechazo a la represión, si no hubiese sido por los trabajadores y trabajadoras de prensa comprometidos que mostraron lo que realmente habia sucedido otra hubiera sido la historia.
La historia de los piqueteros que se habian enfrentado entre sí podría haber sido la historia oficial y la población podría haberse quedado en su casa, indiferente, sin importarle el asesinato de dos jovenes que reclamaban paz y trabajo.
Pero a nuestro pueblo le importó. Y hubo cientos de miles que salieron a la calle a repudiar la represión.
Por eso, la primera reflexión que podemos hacer es esa: Sin pueblo organizado, sin poder popular no hay manera de cambiar la historia.
Hoy, cuando aparecen los libertarios cuestionando las protestas, cuando los medios vuelven a estigmatizar nuestras luchas y nuestras construcciones, no olvidemos que es el pueblo, unido, el que jamás será vencido.
Fue el poder del pueblo organizado el que nos permitió acampar frente a los tribunales y pelearle a la justicia de ricos para que Fanchiotti y Acosta fueran presos. La historia nos ha demostrado una y otra vez que no hay justicia sin lucha y presión en las calles, sin condena social que obligue a los poderes a actuar.
Y cuando no hay justicia hay condena moral y por eso seguimos sosteniendo el reclamo para que se investigue a los responsables políticos de la Masacre de Avellaneda.
A 20 años seguimos exigiendo justicia.
Darío y Maxi tenían claro que era con el pueblo organizado que se podían cambiar las cosas. Por eso, en las barriadas donde el Estado sólo era la policía que perseguía a los pibes del barrio, donde los políticos no entraban, apareció la organización popular, aparecieron las doñas para ponerle el cuerpo a los peores momentos. Igual que ahora cuando las trabajadoras de la economía popular en medio de la pandemia abrieron sus casas y pusieron la vida, el cuerpo y el corazón para alimentar a sus barrios.
Apareció la organización comunitaria y aparecieron las semillas de la economía popular. Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Y los piqueteros, los excluidos, las nadies, nos organismos, nos unimos, levantamos nuestra voz, inventamos nuestro propio trabajo y construimos nuestro sindicato como trabajadores sy trabajadora sde la economía popular.
El ejemplo de Darío, su solidaridad, el poner el cuerpo hasta las últimas consecuencias, el compromiso militante, la formación con la educación popular y la organización de les jovenes fueron semilla para construir nuestro sector.
Darío y Maxi viven en la economía popular. Pero sobre todo, Darío y Maxi están presentes en los enormes espacios de reciclado que los cartoneros y cartoneras construyeron con lucha y organización, en las viviendas y barrios que construimos con nuestras cooperativas, en los espacios de niñeces y en los de adultos que sostenemos a lo largo y ancho del país, en los polos textiles, como el que está dentro de la estación que hoy lleva el nombre de Dario y Maxi.
Hoy más que nunca necesitamos un salario básico universal para la economía popular no organizada, para que nadie sea indigente en Argentina y al tiempo sostener un programa como el Potenciar Trabajo y políticas para fortalecer la economía popular organizada.
* Dirigente del FPDS y Director de Produccion y Consumo Popular (Municipalidad de San Martín).